Nubarrones y calor. Me acompañas.
Relámpagos y truenos... Nos guarecemos bajo un Magnolio.
Estás descalza, tu vestido tiembla con la brisa.
Hablas sobre tu amante y ahora deseas seguir amando... Sin embargo sólo nos dimos
un beso en aceite de boquerones...
Sisa promete en su mirada una hermosa recompensa…
Dinero para pintar un mes entero.
La busqué por todas partes. Ella no llegó a la cita.
Por cierto, antes y después representó su papel con total convicción.
Del dinero nunca más se habló. ¿Se quemó junto a las hojas secas o está
enterrado bajo el árbol?
Elegí ese lugar, no muy lejos de la puerta de salida
Hay quienes pernoctan aquí, en verano es el mejor lugar para dormir.
Mirabas caer las hojas amarillas de los Álamos.
Placidez fugitiva rumbo a la incertidumbre.
Ese fue el comienzo del deambular por los parques.
Dormíamos mejor que en una casa con termitas.
Los mosquitos no hacían mucho daño.
La brisa nos traía el alivio y el sueño.
En la mañana enrollábamos nuestros sacos y
comprábamos fruta para desayunar.
El jardín de las rosas era mi preferido.
El rococó de las fuentes atraía a viejas señoras y a novios en traje de bodas.
Delincuentes y sicóticos evadían el jardín.
La entrada era gratuita a ese lujoso recinto.
Perfecta posición a la hora del crepúsculo, Serenidad y descanso en el jardín olvidado.