miércoles, 26 de noviembre de 2014

Concierto en el Parque


La Chica que Cruzaba el Parque


Detrás de estos bonitos ojos,
quizás no hay nada para ti
ni para mí, me dijo.

La encontré una tarde
En que preferí hacer el camino del puente.
Solía verla pasar por el parque junto al estanque:
Solitaria, blanca y ausente.
Recibió mi saludo distraída pero amable,
Lo fue todas las veces que nos reunimos,
La gente podía ver a dos jóvenes
Que sonreían y se miraban a los ojos,
Pero a ella no le importaba el feliz presente
Sino el deambular incesante
Por los pasillos de su mente.



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Un Cuento en la Noche

Mapas y rutas llevadas por el viento
Mensajes clavados sobre el cerco roto
Tú sombra bajo el farol
Noche de desatinos y vino agrio
Noche de bengalas y sueños inconclusos
En el cielo polvo de plata,
Queridos fantasmas…
¿Dónde vas esta vez?
A la fiesta de los deseos perdidos
Algodón de azúcar
Al baile de los pasos inciertos
Te empeñas en borrar las huellas
Quisieras creer…


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El Puente de los Sueños

Iré por el río, volveré… Estaré entre los árboles esta noche. Cruzaré el puente de madera… Gira el viento, gira la visión.

Quisiera estar a solas contigo, pero tenemos que esperar en un bar cercado por el agua. Nos atiende una mesonera sin vocación. Un pintor de casas, con botas y una copa en la mano aparece en el umbral.


Pensaba viajar al lugar dónde se guardan todas las nubes pero ya no es posible… Sólo quería caminar por siempre tras el resplandor de tu atardecer.


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Bonita

Modelas sin intención, al lado del jarrón y las flores.

Abro el Libro de las Maravillas y veo un gato blanco sobre un muro rojo Y pienso en tu vestido y tu pelo negro.

El pintor no pinta, te imagina o sueña contigo si tiene suerte.

Me asomo a la ventana, la tarde tiene un resplandor antiguo. Salgo al patio, aspiro el aire húmedo y vuelvo a entrar pensando en una canción para ti.

Es verano y llueve, un ángel amable cruza la noche, alas blancas, alas negras golpean mi ventana.


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CONCIERTO EN EL PARQUE - Poemas de Ignacio Barrientos F.
Edición 2014.




sábado, 15 de noviembre de 2014

Algo más sobre Patrick Leigh Fermor







Brindis por el héroe, viajero y amante

El homenaje al escritor Patrick Leigh Fermor se animó con dos botellas de vino Tokay

JACINTO ANTÓN Barcelona 15 NOV 2014 - 00:08 CET


Cuatro gatos justos, y de ellos dos llegados de Barcelona, nos juntamos la semana pasada en Madrid para recordar a Patrick Leigh Fermor (1915-2011), el gran escritor de viajes y héroe de guerra, protagonista de esa sensacional hazaña que fue el secuestro del general Kreipe en Creta en 1943, y autor de algunos de los libros más hermosos que pueda leerse.

 Lo que no tuvo de masiva la convocatoria —pese a que a mí me anunciaron como Jacinto Benavente, que es un punto— lo tuvo de emotiva, en especial gracias a las dos botella de vino húngaro que llevé muy previsor y que animaron de lo lindo a la concurrencia. Pillé las dos botellas de un Tokaj bastante aceptable en el colmado Quílez, camino del AVE. No eran de un Disznókö Szamorondni o un Tokaji Aszü —con esos precios, jo, no es raro que Catalina de Rusia, gran aficionada al Tokay, se hiciera escoltar el suministro a San Petersburgo por un destacamento de cosacos (presumiblemente abstemios, si es que existe tal cosa)—, pero me dije que la prosa de Leigh Fermor (para el que ese vino era su madalena de Proust) ya haría el milagro de transmutar el líquido ambarino de mis botellas en una calidad superior.

http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/11/14/catalunya/1415988105_213842.html

sábado, 1 de noviembre de 2014

DYLAN THOMAS 2






Cuento de Invierno *

Es un cuento de invierno
que el anochecer ciego de nieve transporta sobre los lagos
y los campos flotantes de la granja en la copa de los valles,
sobre el pálido aliento del rebaño en la vela furtiva,
que resbala apacible entre los copos plegados con la mano

y sobre las estrellas que se entregan al frío,
y el olor del heno entre la nieve y el remoto búho
que da consejos entre los rebaños y el helado refugio
unido con el humo blanco-oveja de la granja encapuchada
en los valles cruzados por los ríos donde se dijo el cuento.

Una vez mientras el mundo envejecía
sobre una estrella de fe pura como el pan a la deriva,
como el alimento y las llamas de la nieve,
un hombre desplegó los rollos de fuego que ardían en su corazón y en su cabeza,
atormentado y solo en una granja, en un rincón del campo.

Y así se abrasó entonces,
en su isla encendida anillada por la alada nieve
y en los estercoleros blancos como lana
y entre los palos del gallinero que se duermen helados
hasta que la aurora peina los patios embozados y los hombres del día

marchan con sus azadas, tropezando,
y se desperezan los rebaños, y tímido el gato ratonero se asoma
y los pájaros erizados saltan a cazar y las lecheras dulces
arrastran sus zuecos sobre el cielo caído
y toda la granja despierta a sus blancos quehaceres.


       

* Este fragmento de Cuento de Ivierno fue publicado antes en El Mirador de Los Pinos