En el Parque Camisa Blanca hace crepitar la hojarasca seca del verano. El vagabundo deja la bolsa sobre un banco de rústica carpintería. Su celular, el agua mineral y un cuaderno con
hojas tan blancas como su camisa.
(A veces lo veía lavando sus ropas en
la pila).
Los árboles del parque tienen un color
verde plateado, oscuro y antiguo. Niños corretean llevando un muñeco tan grande
como ellos. Se deslizan por el tobogán y saltan como trozos de luz por todo el
lugar. Las familias comparten la tarde. Sólo Camisa Blanca agachado sobre un
cuaderno parece dibujar o escribir…
A veces he visto al hombre en la
casona de la biblioteca buscando algo en las estanterías. Pobres caballeros del
sur y damas abandonadas vienen por aquí Y luego pasean sus pensamientos por
empedradas callejas.
Al atardecer de regreso al hogar el
vagabundo dirige su mirada hacia el cielo del oeste. Sobre los últimos
resplandores de un sol ya oculto ve una gran estrella y su rastro de luz, no es
el Ícaro que vio cuando niño, sin embargo está ahí y parece no moverse*
Otros transeúntes se detienen tras él
¿Qué extraño?
No es un avión, no es un satélite, no
es una estrella fugaz…
Si esto cae en el mar puede ser el
fin, dice un hombre en bicicleta que observa junto a su hijo.
En la TV no han
dicho nada comenta
otro…
Cualquiera sea el propósito de este
OVNI, Camisa Blanca abandona la esquina, es hora de alimentar a los gatos.